Ya se incrustaron cuatro autos en su local, y teme por una tragedia

Tras años de reclamos, la semana pasada colocaron sólo un pequeño LED indicador en la vereda. El dueño del local pide parantes de contención y asegura que “si llega a pasar en horario de comercio estando abierto puede morir alguien”.

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(La semana pasada colocaron una pequeña luz indicadora sobre el cordón de la vereda. En el fondo se ve el frente del local sobre el que ya han chocado cuatro veces, en Scalabrini Ortiz y Murillo. Foto: Tino Dolce)

En la esquina de Scalabrini Ortiz y Murillo, en el barrio porteño de Villa Crespo, se encuentra ubicado un local que ya ha sufrido cuatro veces la incrustación de vehículos por accidente. El problema, según su dueño, es la falta de parantes de contención. Tras años de reclamar, recién la semana pasada consiguió que colocaran un pequeño reflector indicador en la vereda y que pintaran la senda peatonal. No está conforme y pide postes de cemento o rejas, ya que “puede producirse una tragedia si llega a pasar mientras estamos trabajando y con gente adentro”.

El primer antecedente fue en el 2014, cuando un auto impactó de lleno contra el frente del local y se incrustó por completo. Las pérdidas fueron de cientos de miles de pesos por las reparaciones que tuvo que hacer el dueño con dinero de su propio bolsillo, ya que “el seguro no alcanza a cubrir casi nada, a menos que tengas un seguro mucho más caro”. A partir de aquel momento, Alan, quien tiene el local hace 8 años en esa misma esquina, comenzó a realizar reclamos de todo tipo para conseguir que coloquen postes de cemento en la vereda. Recién hace unas semanas recibió una respuesta, que no lo dejó satisfecho, y teme así un nuevo accidente.

Lo único que hicieron fue poner un plástico chiquito en el cordón de la vereda y pintar ese pedacito de cordón y la senda peatonal. Con eso no alcanza porque se van a seguir comiendo la esquina y van a seguir chocando con el local”, comentó angustiado.

La raíz del problema se hace evidente a simple vista: justo en esa esquina se termina la calle Scalabrini Ortiz y el frente del local está ubicado casi en línea recta con el final de la calle, de modo que muchos peatones advierten –por estar bajo efectos del alcohol o por alguna distracción- la curva obligatoria que hay hacia la derecha, incluso con semáforo de por medio, y siguen de largo.

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(La avenida Scalabrini Ortiz termina justo casi en línea recta al frente del local, lo que obliga a girar a la derecha. Del otro lado, la calle Cnel. Apolinario Figueroa, que se continúa en Scalabrini. Foto: Tino Dolce)

Según el dueño, ya le pasó cuatro veces que un auto se incruste por completo en el local, y los daños siempre corren por su cuenta, ya que “es muy poco lo que el seguro te cubre, a menos que te saques un seguro muchísimo más caro. Todas las veces que me chocaron el local tuve que hacerme cargo de las reparaciones, siempre no menores a 80 mil pesos, y tuve que afrontar el costo que me produce tener el local cerrado por lo menos un mes cada vez que pasa”.

En todos los casos, los accidentes fueron durante la noche, mientras el lugar estaba cerrado. “Es un milagro que hasta ahora no haya habido ninguna víctima fatal, porque fue siempre de noche. Vienen manejando borrachos, distraídos, o anda a saber qué, y se dan contra el local. El auto se mete por completo”. La última vez, reconoce, fue la mujer que protagonizó el hecho quien se hizo cargo de la reparación del local.

Con respecto a las denuncias, el hombre indicó que ha realizado numerosos reclamos, incluso advirtió contar con un registro de las llamadas realizadas y con fotos de documentación en donde se registran todas sus quejas. “Fui a la comuna, llamé a un número, después llamé a otro. Se pasan la pelota entre ellos, y nadie te resuelve nada”. Finalmente, hace unas semanas pudo conseguir una respuesta, aunque no fue la que esperaba, ya que sólo pintaron un sector del cordón de la vereda, y colocaron un pequeño LED indicador. Esto es debido a que, según le dijeron desde la comuna, la ley no permite colocar muros de contención o postes de cemento porque serían un riesgo para los automovilistas. “Sin embargo, he visto muchas esquinas que sí tienen parantes o al menos rejas. A mí no me dejan. Y si las llego a hacer yo, la multa es para mí”.

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(A unas cuadras, en Corrientes y Scalabrini Ortiz, se alza el monumento a Osvaldo Pugliese, rodeado por un mural que hace de protección)

Según los vecinos del lugar, la esquina es también peligrosa para los niños que a veces juegan en la pequeña plazoleta que está justo al lado del local de Alan en el que se comercializan camperas de cuero, y justo al lado de este se encuentra una heladería donde van muchos chicos con sus padres y se quedan afuera en la vereda por un rato.

Por el momento, el hombre se resigna a seguir reclamando y asegura que “va a seguir pasando que los autos se me metan al local, hasta que alguien se dé cuenta de que puede ocurrir una tragedia”.

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